Guion: David Coggeshall y Frank Khalfoun
Año: 2019
En esta producción de Hyde Park Entertainment, Tremendum Pictures y Blumhouse Productions tenemos a un joven en una isla desolada donde merodea una criatura cazadora. Esto podría parecer como una copia de “Predator”, pero nada más lejos de la realidad. En vez de entrenado y fornido, el protagonista es incompetente y débil, lo que disminuye sus probabilidades de sobrevivir por su cuenta en un entorno hostil con una criatura.
En “Prey”, Toby, luego de perder a su padre, decide irse a una isla desierta para reflexionar sobre el suceso y poderlo superar. Lo que debía ser una estadía reflexiva, se convierte en una lucha por sobrevivir cuando Toby se da cuenta que la isla no está desierta y que en ella habita una peligrosa criatura. Con la ayuda de Madeleine, una joven que habita en la isla, busca descubrir lo que allí sucede y escapar de la isla con vida.

El ritmo es una de las cosas que no se trabajan tan bien en la película. Una vez Toby llega a la isla, el ritmo baja mucho de intensidad y el desarrollo toma bastante tiempo, para volver a ganar intensidad en las escenas finales. El final hace que el desarrollo valga la pena, ofreciendo momentos inesperados y una criatura que realmente asusta y luce genial, pero si toma tiempo y paciencia para llegar hasta ahí. En estos momentos donde la historia baja de ritmo se puede ver como Logan Miller (“Escape Room”) carga la película en sus hombros con su interpretación de Toby y ayuda a mantener al espectador interesado.

“Prey” es una interesante propuesta, pero que peca de nunca encontrar su verdadera identidad. Intenta abordar los temas del luto y como ajustarse a la perdida, la supervivencia en un lugar remoto y posesiones y criaturas paranormales, pero nunca se adentra de lleno en ninguno. El tercer acto es donde la película despliega su potencial y mientras que es intenso y divertido, no logra unir todos estos temas de forma coherente.
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