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martes, 11 de agosto de 2020

Reseña: Black Water: Abyss


Director: Andrew Traucki
Guion: John Ridley y Sarah Smith
Año: 2020

Estamos en medio del verano, lo que para muchos significa tiempo para visitar los cuerpos de agua en busca de refrescarse y combatir las altas temperaturas que experimentan muchos lugares. Para los fanáticos del terror, este periodo trae otro atractivo, que es el explorar los horrores que se esconden debajo del agua en películas de criaturas. Hace unos días reseñamos la película de tiburones “Deep Blue Sea 3” y ahora es la oportunidad de otro superdepredador para dejar su huella.

Un grupo de cinco amigos planifican una excursión para explorar un sistema de cuevas en un bosque en Australia. Cerca de esta cueva dos turistas desaparecieron sin dejar rastros y una tormenta se acerca al lugar, pero esto es solo una parte de sus preocupaciones. Una vez entran a la cueva, descubren una piscina natural, la cual alberga una peligrosa sorpresa. 

Al explorar un poco la cueva, los amigos se percatan de que el nivel del agua está aumentando de forma rápida y que si no salen rápido de allí pueden quedar atrapados. Sin embargo, un repentino golpe de agua hace de este escenario una realidad y se ven obligados a cambiar sus planes. El creciente nivel del agua es solo uno de sus problemas, ya que pronto descubren que en el agua se mueve un enorme y poco amigable cocodrilo.


“Black Water: Abyss” es la secuela de la bien recibida “Black Water”. Sin embargo, como igual sucede con “Deep Blue Sea 3” o “47 Meters Down: Uncaged”, la secuela guarda poca relación con su predecesora, salvo por el superdepredador que les acecha y algunos guiños a escenas importantes. El director Andrew Traucki, quien tiene experiencia con las películas de criaturas al haber dirigido la misma “Black Water” y “The Reef”, esta vez escoge por una localización de espacios confinados donde reina la claustrofobia y el sentido de peligro constante que recuerda a “The Descent”, pero nunca al mismo nivel.

De inicio esperaba lo peor de “Black Water: Abyss”, debido a que la escena de apertura deja mucho que desear y que el grupo de amigos protagonistas no son muy interesantes. Una vez llegan a la cueva, lo cual sucede bastante temprano en la película, toma un giro mucho más ameno. Es evidente que la idea siempre fue desarrollar la película dentro de la cueva y el guion de John Ridley (“Wentworth”) y Sarah Smith (“Wild Boys”) los lleva allí tan pronto como puede para que la trama y la tensión comience a tomar forma con todos los eventos precarios que tienen lugar allí.

Al igual que “Black Water” esta secuela hace un gran trabajo al presentar al cocodrilo de forma realista y convincente, elevando la noción de que esto es algo que puede ocurrir. La apariencia del cocodrilo es excelente y cuesta pensar que esto no es un cocodrilo real. Su tamaño y dimensión, al igual que su comportamiento y movimientos hacen de este una amenaza constante sin tener que pasar al ámbito de lo absurdo con un superdepredador más grande de lo normal o alguna otra variante. “Black Water: Abyss” acepta que los cocodrilos son terroríficos de por sí y aprovecha esta cualidad para exponerlo ante un grupo de humanos atrapados en una situación poco favorable para ellos. 


Los personajes y cuán poco nos interesan es la mayor debilidad de “Black Water: Abyss”. De inicio todos los personajes parecen poco interesantes y las actuaciones no ayudan demasiado. Mientras la trama transcurre, se comienza a desarrollar algo de drama entre los personajes, pero nunca es suficiente como para que realmente nos importe quien pueda lograr salir de allí con vida. Esto junto con algunos problemas en la edición de sonido y la música de fondo repetitiva son algunos detalles menores que afectan la calidad de la película y que revelan a donde fue el peso del presupuesto.

“Black Water: Abyss” junta un grupo de amigos poco interesantes en una racha de malas decisiones donde terminan atrapados en un sistema de cuevas que alberga a un peligroso cocodrilo. El sentido de claustrofobia y de peligro constante junto con la apariencia realista y bien utilizada del cocodrilo mantienen alta la tensión en todo momento. Esta película terminó siendo mucho más entretenida de lo que esperaba y una buena aportación a la buena colección de películas de criaturas protagonizando superdepredadores que hemos recibido en los últimos años.




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