Guion: Kristen Ruhlin
Año: 2018
En el cine de horror las monjas han sido un tema muy utilizado y con buena razón. Las monjas son uno de los símbolos del cristianismo, lo cual los hace un blanco perfecto para profanar esta creencia y su inocencia y lealtad hace que cualquier acto profano de su parte tenga el doble de efectividad. Hemos visto efectivamente como estas pueden ser terroríficas en la segunda temporada de “American Horror Story”, “The Conjuring 2” y “The Nun” hasta el punto en que se ha creado un subgénero en el cine de horror sobre ellas conocido como nunsploitation, donde tenemos a “St. Agatha” como una de sus más recientes exponentes. Aunque no calificaría “Welcome to Mercy” como una película de nunsploitation, el tema de las monjas tenebrosas y la religión tienen un rol importante.
En “Welcome to Mercy” una joven mujer lucha contra las fuerzas profanas que la poseen. Luego de ser afectada por estigmas, la madre soltera Madaline es enviada a un remoto convento donde nada es lo que parece y su amiga August parece ser la única en la que puede confiar. Juntas deben luchar contra los demonios dentro de Madaline.
Antes de continuar debo decir que esta película me tomó por sorpresa en varios aspectos. Algo que se trabaja muy bien durante toda la película es el ambiente, el cual es tenso y tenebroso, dependiendo de los visuales y sonido para lograrlo. En buena parte se utilizan tomas oscuras, las cuales ayudan a crear tensión, pero que en algunos casos le juegan en contra ya que estas escenas oscuras o con mucho movimiento de la cámara dificultan ver con claridad lo que ocurre y en varias partes te obliga a tener que deducirlo. Aun así, estas tomas son efectivas creando tensión y es esta tensión la responsable de que los jump scare sean efectivos; en particular el primero llegó de forma inesperada y más cuando no pensaba que esta película fuese a utilizar muchos de estos.
Lo que más me agradó de “Welcome to Mercy” es que toma mucho tiempo para desarrollar el personaje principal, Madaline, y la razón que la lleva a regresar a la casa de sus padres en Latvia, donde se comienza a desatar el problema principal de la trama. Esto viene acompañado de un defecto, y es que en partes la trama se desarrolla de forma lenta y esto no es del agrado de todo el mundo. El poder profundizar en el personaje principal y sus conflictos da paso a que la trama no sea una superficial solo para justificar los jump scares, sino que elabora en los temas de la maternidad, el abandono, la culpabilidad y el rencor, logrando que el espectador pueda sentir afinidad por los protagonistas y sus conflictos. Esto lleva la historia a un nivel más personal y hace el terror más efectivo, aunque requiere cierta madurez para que funcione. Las interpretaciones son correctas y ayudan a que la trama y los conflictos se sientan genuinos, con Kristen Ruhlin (“The Trouble with Mistletoe”) como Madaline, quien también escribió el guion, Lily Newmark (“Solo: A Star Wars Story”) como August y Eileen Davies (“High-Rise”) como la madre superiora.
Mientras que la elaboración de la trama se lleva de forma lenta, conociendo a la protagonista y sus circunstancias, los minutos finales son trepidantes. Estas escenas finales son dramáticas y toman un giro original e inesperado que compensa por las partes que se sienten lenta. Aquí es cuando mucho de lo que ocurre durante el resto de la película que parece no tener mucho sentido se esclarece. La escena final me pareció innecesaria y rompe un poco con lo que se había logrado en las escenas previas, pero tampoco arruina el final.
“Welcome to Mercy” es una creativa propuesta donde vemos una historia de posesión desde el punto de vista de la poseída. Mientras que el tema principal es una posesión, la historia es mucho más profunda y emotiva, y esto en cierta medida ayuda a que algunos momentos sean más terroríficos de lo que se presenta. Mientras que tiene algunas fallas, quedé sorprendido con lo que se presenta y me pareció una muy buena y entretenida película.
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